Granizás

Valentina asoma su mano curiosa por la rendija que deja la ventana, y con sus dedos de niña colecciona las piedritas que caen del cielo. El vidrio produce ese sonido que ella adora y que volvería loco a cualquier relojero. Valentina llena su puño y lo mete con cuidado en la casa. Cuando abre la mano, su cara se ilumina con la imagen de su congelado tesoro.

Valentina cubre su vestido con sus nuevas esmeraldas, cuando suena un golpe en la ventana. Afuera, en la terraza yace acostada la piedra más grande que Valentina haya visto. Ella saca nuevamente su brazo por la ventana, y arrastra la piedra. Al meterla, por el tamaño, no pasa por la rendija, así que tiene que tornear un poco más la ventana. Ayudada de sus dos manos sostiene frente a sus ojos el preciado resultado del agua sobreenfriada en la atmósfera.

El granizo se crea en tormentas de tal intensidad en las que se producen gotas de agua sobreenfriadas. Mientras esto sucedía Valentina otra vez tenía que encerrarse en su cuarto, mientras su padre golpeaba el rostro de su madre, y ella lloraba gritándole a su hija que la culpa era de ella.

Esas lágrimas de agua sobreenfriada chocan en una nube con partículas frías o granos de polvo, cristalizándose inmediatamente, estas piedritas que precipitadas sobre el vestido de Valentina forman ahora charcos de enajenación. Y ella disminuida a una piedrita en la esquina de la habitación, observa, a través de la ventana su padre metiéndose al auto.

Pero es cuando más tiempo se queda ahí, ayudado por las corrientes ascendentes que lo mantienen en la atmósfera, que una pequeña partícula de agua crece hasta convertirse en la piedra que ahora Valentina sostiene frente a sus ojos, con las dos manos.

Porque pese a su tamaño, ella la puede tomar, mover y acomodar a su gusto, y con ella puede finalmente coronar su mejor vestido, ni siquiera los golpes a su puerta, la pueden distraer de su misión. Porque es ciencia, que cuando el aire ya no puede sostener la piedra de granizo que ha crecido en la atmósfera, entonces la piedra se precipita, aún colgada de un collar; acompañada de un vestido; y abrazada por Valentina, ventana abajo.

Acerca de Martín Oliveros Heinze

Buenos Aires - San José - Berlín // Historietas (dibujadas con la mano izquierda), cuentos (para mantener la vida social), diseño gráfico (por gusto y necesidad), fotos (por lo tricky de la memoria visual), radio (influencias mientras influyo), y finalmente cine (la sintesis de lo inrresumible).

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